San Miguel es a menudo representado con una armadura de caballero que se pega a la piel (que no deja espacio alguno donde «el mal» se pueda aferrar. Esta armadura junto con su escudo, son unas armas pasivas y defensivas por excelencia. Sirven para su protección.
Esta armadura, simboliza la protección que el cristiano debe tener en la «guerra espiritual» para que prevalezca su fe en Dios. Fe inquebrantable que no deja ninguna duda, derribando todos los argumentos negativos y todas las tentaciones innecesarias.