Oh glorioso príncipe San Miguel,
jefe y comandante de las huestes celestiales,
guardián de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes,
criado en la casa del Rey Divino y
nuestro Padre admirable,
ustedes que brillan con la excelencia y la virtud sobrehumana,
líbranos de todo mal, que se vuelven a ti con confianza,
y nos permitirá por su graciosa protección
para servir a Dios cada vez más fielmente todos los días.
Amén.
Fuente: deviantart.com