Oh María Inmaculada, gran Reina del Cielo y de la tierra y nuestra abogada, suplicamos intercedas por nosotros. Oremos a Dios que envíe San Miguel Arcángel y los santos ángeles para evitar todos los obstáculos contrarios al reinado del Sagrado Corazón en nuestras almas, nuestras familias, nuestro país y en todo el mundo.
Y tú, oh santo Miguel, Príncipe de las huestes celestiales, nuestros corazones te suplican venir en nuestra ayuda. Defiéndenos contra la rabia de Satanás. A través del poder divino otorgado a ti por Dios, después de conseguir la victoria para la Iglesia aquí en la tierra, guía nuestras almas a nuestro hogar eterno. Amén. San Miguel, primer campeón de la Realeza de Cristo, ruega por nosotros!
Amén.
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