Magnífico San Miguel Arcángel, tu fortaleza en la batalla contra las fuerzas del mal es un testimonio de la potencia inagotable que Dios te ha conferido. En ti, encontramos el valor para enfrentar nuestras propias luchas, fortalecidos por tu ejemplo de resistencia y poder divino.
Suplicamos tu asistencia en nuestros momentos de debilidad, para que, revestidos con la armadura de la fe, podamos resistir y superar las tentaciones y tribulaciones de este mundo. Que tu fortaleza sea nuestro sostén, impulsándonos hacia adelante cuando nuestras propias fuerzas flaqueen.
Confiere, oh San Miguel, sobre nosotros el don de la fortaleza; que, a través de las pruebas y desafíos, nuestra fe se fortalezca y nuestro espíritu se endurezca, para que, al igual que tú, podamos proclamar la victoria del bien sobre el mal con cada acto de nuestra vida.
Amén.
