San Miguel Arcángel, protector inigualable del cosmos, bajo tu escudo, las almas encuentran resguardo y paz. Tu vigilancia incansable sobre las fuerzas del mal proporciona un manto de seguridad que permite a la luz de la esperanza brillar incluso en los tiempos más oscuros.
La protección que ofreces va más allá de la mera guarda; es una invitación a refugiarnos en el amor y la paz de Dios. Cada batalla que luchas, cada victoria que logras, refleja tu compromiso eterno con la seguridad y el bienestar de la creación divina.
San Miguel, te suplicamos que continues siendo nuestro protector fiel, defendiéndonos del mal que busca desviarnos del camino de la luz. Que tu presencia protectora sea siempre nuestro refugio, y que bajo tu guardia, encontremos la fortaleza para enfrentar los desafíos que la vida nos presente.
Amén.
