San Miguel Arcángel, eres la encarnación de la integridad divina, cuyas acciones y decisiones son un reflejo perfecto de la voluntad celestial. En un mundo donde las tentaciones acechan, tu inquebrantable integridad es un estandarte de la verdad y la rectitud.
Eres el testimonio viviente de que la integridad no es solo una virtud, sino una armadura que protege la bondad y la pureza de corazón. En tu existencia, cada acción está impregnada de honestidad y honor, mostrando el camino hacia una vida de congruencia espiritual.
Oh, valeroso San Miguel, te suplicamos que nos guíes hacia una vida de integridad, en la que nuestras palabras y acciones sean un reflejo de la verdad y el amor divinos. Que la integridad se convierta en nuestro escudo, y que siempre nos esforcemos por vivir en la luz de la honestidad y la justicia.
Amén.
