En la cumbre de la gloria celestial,
brilla San Miguel con su espada de luz,
defensor del bien, guerrero sin igual,
que libra al mundo de la oscuridad y la cruz.
¡Oh, San Miguel!, tu fuerza nos protege,
tu valentía nos llena de esperanza,
tu espada nos guía y nos aleja del abismo,
iluminando nuestro camino con tu llama.
San Miguel Arcángel, tu presencia nos alienta,
tu poder divino nos da la fortaleza,
en tus manos entregamos nuestra fe,
en tu amor eterno encontramos la pureza.
