(Para rezar el día 29 de Septiembre o en cualquier momento.)
Glorioso Arcángel San Rafael, Príncipe de la Corte Celestial. En presencia de la Santísima Trinidad, de la Inmaculada Virgen María, Nuestra Reina, y de los nueve coros angélicos, me consagro a ti para ser uno de tus siervos durante toda mi vida. ¡Oh, Santo Arcángel!, acoge benigno mi ofrenda y recíbeme en el número de tus protegidos.
¡Providente guía de los viajeros!, dirígeme durante la peregrinación peligrosa de esta vida.
¡Protector de los desvalidos! Líbrame de todos los peligros que amenazan mi alma y mi cuerpo.
¡Refugio y amparo de los desdichados! Socórreme en mi indigencia espiritual y corporal.
¡Consolador de los afligidos!, mitiga los dolores que oprimen mi corazón y llenan de angustia mi espíritu.
¡Celestial médico de los enfermos! Sana las dolencias de mi alma y consérvame la salud, a fin de que la emplee en servir de manera más fervorosa a nuestro Soberano Redentor.
¡Protector generoso de las familias!, dirige hacia la mía tu mirada bondadosa; que mis padres y todos los míos reciban los efectos de tu patrocinio.
¡Fortaleza de las almas atribuladas por la tentación!, líbrame de las peligrosas sugestiones del enemigo, y no permitas que caiga en sus lazos tentadores.
¡Bienhechor de las almas caritativas!, sé cuánto deseas que tus devotos se ejerciten en la caridad para con el prójimo. Con el fin de gozar de tu protección, te pido hoy que me ayudes a no perder ninguna oportunidad para acudir en socorro de mi prójimo.
Dígnate, ¡oh, Santo Arcángel!, escuchar mi humilde oración, y alcánzame la gracia de sentir, durante la vida, y mucho más en la hora de mi muerte, los efectos de tu poderosa protección. Amén.
Fuente: Padre Ramón Ricciardi/Editorial Verdad y Vida S. A. de C. V.