San Francisco de Asís fue especialmente devoto al Arcángel Miguel y dice a menudo que San Miguel debe ser especialmente honrado porque su deber es presentar las almas a Dios. San Francisco decía que:

«Cada persona debe ofrecer a Dios algún elogio especial o un regalo en honor del príncipe tan grande»

Ayunaba durante cuarenta días de la fiesta de la Asunción (15 de agosto) a día de la fiesta de San Miguel el 29 de septiembre.

San Bernardo de Claraval recomendó la invocación de San Miguel en el momento de la tentación y la tristeza. Él dijo:

«Cada vez que cualquier tentación grave o la tristeza te oprime, invoca tu guardián, tu jefe, clama a él, diciendo: Señor, sálvanos, para no morir»

En su discurso de 1986 llamado «Ángeles participan en la historia de la salvación» el Papa Juan Pablo Segundo destacó el papel de los Arcángeles y declaró que:

«los ángeles que participan en la vida de la Trinidad a la luz de la gloria también está llamado a desempeñar su parte de la historia de la salvación humana, en los momentos establecidos por la Providencia divina»

En 2007, el Papa Benedicto XVI describe parte de la función de San Miguel como sigue:

«… defiende la causa de la unicidad de Dios contra la presunción del dragón, la serpiente antigua», como Juan llama a un esfuerzo continuo a él. La serpiente busca hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer para que ellos mismos pueden convertirse en importantes, que Dios nos impide la libertad y, por tanto, que debemos deshacernos de él»

En esta dirección el Papa Benedicto XVI instó a todos los obispos para actuar como parte del ejército de San Miguel contra el mal.

Fuente: Wikipedia.org