¡Oh príncipe glorioso de la milicia celestial! Miguel Arcángel. Defiéndenos en la batalla que mantenemos contra los príncipes y potestades, contra los adalides y capitanes de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus pestíferos e inmundos que andan por el aire. Ven, acude a socorrer a los hombres, a quienes Dios creó inmortales y los formó a su imagen y semejanza.
Lucha hoy, con tu ejército de Santos Ángeles, las batallas del Señor, como peleaste un tiempo contra el capitán de la soberbia, Lucifer, y sus ángeles apostatas, y no prevalecieron, ni quedo ya, para ellos lugar ninguno en el cielo.
Mas aquel dragón descomunal, aquella serpiente que se llama diablo y Satanás, anda engañando a la tierra y a sus ángeles con el. Hete aquí que este antiguo enemigo y homicida del género humano, se ha envalentonado extrañamente. Transfigurándose en ángel de luz, va cercando con toda la caterva de espíritus malignos, y ocupa ya, toda la redondez de la tierra para borrar de ella el nombre de Dios y de su Hijo, y robar las almas creadas para la corona inmortal, y despedazarlas y despeñarlas, en la eterna perdición.
Ea, pues, invictísimo Capitán, ayuda al pueblo de Dios, contra el ejercito invasor de los espíritus malvados y danos la victoria. A ti veneramos por tu guarda y patrón, a ti clamamos por defensor, contra los nefandos poderíos de la tierra y del infierno, a ti encomendamos las almas de los redimidos, que han de tomar asiento, en la bienaventuranza soberana.
Ruego a ti, Miguel Arcángel, que quebrantes a Satanás debajo de tus pies, a fin de que no pueda, en adelante tener cautivos a los hombres. Ofrece nuestras suplicas en el acatamiento del altísimo, para que pronto nos salgan al encuentro, las misericordias del señor y tu prendas al dragón, a la serpiente antigua, que es el diablo en Satanás, y atado lo arrojes al abismo para que no engañe mas a la gente . Y así, confiados en tu patrocinio y tutela con la sagrada autoridad de vuestro ministerio, vamos con toda confianza y seguridad, a repeler las manifestaciones y engaños diabólicos, en el nombre de nuestro Dios y Señor Jesucristo. Venga Señor, tu misericordia sobre nosotros. Así como hemos en ti esperado. Señor escucha mi oración. Y mi clamor llegue a tus oídos. El Señor sea con nosotros y tu espíritu. Amen. Amen, Amen.