¡Tú, eres el mensajero del amor de Dios!. Te conjuramos, hiere nuestro corazón con amor ardiente por Dios y no dejes que esta herida se nos cierre jamás, para que permanezcamos sobre el camino del amor en la vida diaria y venzamos todos los obstáculos por la fuerza de ese amor.
Ayúdanos a reconocer a Dios, a adorarlo, amarlo y servirlo. Ayúdanos en la lucha contra los poderes de las tinieblas que nos rodean y nos oprimen solapadamente; ayúdanos para que ninguno de nosotros se pierda y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en felicidad eterna.
Amén.